miércoles, 21 de agosto de 2013

¿POR QUÉ ADORAMOS A MARILYN MONROE?


Sería fácil recurrir al siempre manido tópico de la chica huérfana, pobre y abandonada, que al conseguir el sueño americano pasa a convertirse en objeto de admiración y de culto para millones de personas.

Pero... no nos engañemos: ¿Cuántas muchachas al igual que Marilyn, soñaron en convertirse en estrellas deslumbrantes y no lo consiguieron? ¿Por cuántas camas tuvieron que pasar, al igual que Marilyn, para lograr un pequeño papel en cualquier película de segunda categoría, para finalmente volver desengañadas a su lugar de origen?

¿Por qué Norma Jean, aún siendo una chica mona y fotogénica, características éstas de las que podían presumir otras muchas jóvenes de la época, llegó a ser una de las actrices más aclamadas, deseadas e idolatradas de aquella época?


Para muchas personas resulta un verdadero enigma que esta mujer, a la que suelen denostar como actriz, lograra convertirse en una de las intérpretes más populares de la época, siendo por otra parte una de las más queridas por el público y perseguidas por la prensa, que prácticamente hacia guardia en la puerta de su casa para poder inmortalizar cualquier movimiento de la actriz.

Esa atracción que despertaba la preciosa y famosísima Marilyn en la gente, ya había dejado huella unos años antes, cuando ella era tan sólo una modelo de revista, entre todos los fotógrafos que tuvieron la oportunidad de trabajar con ella. De hecho fue bautizada por el gremio con el sobrenombre de "El sueño de los fotógrafos", tal era su naturalidad, su espontaneidad, y su sonrisa franca y sincera, muy lejana de aquellos gestos teatrales y fingidos de muchas de las modelos o actrices anteriores.


Quizá fuera en el film "Ladys of the chorus" (1948), cuando se pudo avistar un futuro prometedor para la joven actriz, que apareció deliciosamente atractiva, y haciendo gala de sus buenas dotes para el baile y el canto. De hecho la crítica la mencionó exclusivamente a ella, dedicándole elogios que reforzaron la confianza en una joven algo insegura de sus capacidades actorales.


Sin embargo aún le quedaría mucho camino por recorrer en el mundo del celuloide para conseguir lograr la meta tan ansiada: la de convertirse en una actriz respetada por el público por su talento como intérprete.

Su físico siempre fue su carta de presentación, sobre todo porque el mundo en que la actriz pretendía desenvolverse, era un mundo bastante frívolo y de apariencias, y porque a fin de cuentas la chica pobre, sin estudios e insegura que era Marilyn, no contaba más que con el fantástico envoltorio con el que la había obsequiado la naturaleza, para impactar al público: tal vez después le ofrecieran la posibilidad de demostrar que también podía emocionar e impresionar con su talento.

Ese físico que tanto agradó en su momento, y que cincuenta años después de su muerte nos fascina de igual manera, fue, tal vez, su mayor tormento.


Desgranar paso a paso su historia, sería hastiar al lector, que seguramente conoce los pormenores más insignificantes de una vida que tuvo sus luces y sus sombras, pero que fue lo bastante seductora, como para que después de tantos años se siga hablando de ella.

Lo importante sería poder desentrañar ese misterio que es Marilyn, no la vida que vivió, que a fin de cuentas es conocida por todos.

Su muerte prematura, sus escandalosas relaciones con caballeros importantes, el glamour que siempre la rodeó, tanto en sus películas como en su vida privada, pueden ser importantes factores para conformar esta mitología que gira en torno a Marilyn, pero ¿ a cuántas otras actrices de reconocido prestigio se les podría aplicar la misma vara de medir? Pues bajo mi punto de vista a muchas.

Se me ocurren nombres como el de Carole Lombard, Lupe Vélez, Jane Mansfield, Jean Harlow..., como actrices que murieron jóvenes como Marilyn, por no hablar de las que en su momento también estuvieron relacionadas con los Kenneddy, que seguro se cuentan por decenas.
Su secreto es pues aún más difícil de desentrañar, eso sí, yo tengo mi opinión, mi punto de vista, sobre una actriz que obviamente es una de mis preferidas.

Su personalidad fue única entre miles, más que su físico, que a fin de cuentas era bonito, pero como el de otras muchas de aquella época.

Su personalidad era atrayente, porque se percibía desvalida pero tenaz, insegura pero capaz de conseguir cualquier cosa que se propusiera.

Su naturalidad ha sido fundamental para conformar el mito: miles de fotos dan buena cuenta de lo cercana y diáfana que era Marilyn.


Esa naturalidad que la convirtió en presa fácil de numerosas hienas que olisqueaban dinero y fama en torno a la imagen de esta mujer irresistible.

No es que Marilyn fuese la inocencia personificada ni mucho menos, de hecho su infancia y muchos de los momentos que vivió a lo largo de su vida seguramente la convertirían en una persona sumamente suspicaz, pero siempre a su alrededor hubo alguien con muchos menos principios, que los que ella pudo llegar a tener. Y ese complejo de inferioridad que siempre la persiguió y que la atormentaba, y que la abocó fatalmente a un desenlace apresurado a causa de las drogas, que parecían las únicas que podían paliar sus malestares e inquietudes... y su repulsión ante un mundo que se le antojaba inmisericorde y superficial.


Ese mundo de sueños al que finalmente había podido acceder le asqueaba. Le asqueaba tanto que por la noches no lograba ni siquiera dormir un par de horas, pues sus pensamientos le atormentaban.
¿Qué sería de ella cuando su piel se hubiese marchitado? ¿Qué podía hacer cuando el público tan sólo la viera como una mujer patética que deseaba ser admirada, cuando ya no quedaba en ella ni un sólo vestigio que delatara que en algún tiempo fue muy hermosa?

Sus ansias de demostrar que podían contar con ella para interpretar personajes más comprometidos, la llevó a protagonizar enfrentamientos con los todopoderosos estudios de cine, que le dieron fama de mujer caprichosa y mimada, mismo hecho que por cierto, muchos años antes había protagonizado Bette Davis, pero al que no se le concedió tanta importancia. ¿Por qué entonces ese desprecio, ese desdén hacia una mujer que quería ante todo demostrar al público y a la crítica que podía en la misma medida que los hacía reír con sus personajes de rubia tonta, emocionarlos con personajes más profundos?

Esa lucha interior suya entre lo que verdaderamente quería demostrar, y la absurda banalidad con la que le asignaban sus personajes, mermó atrozmente la confianza en si misma, y esta pesadumbre se reflejó en su físico, y en sus acciones.


Su popularidad era inmensa, era conocida en todo el planeta, y sus intimidades retransmitidas por la prensa rosa con una ligereza sorprendente. Entradas y salidas de diferentes "centros de reposo" fueron documentadas y retransmitidas por televisión como si de un reality actual se tratara, abortos, relaciones amorosas, adicciones, intentos de suicidio..no había suceso en su vida, que no fuese compartido con la masa, que era el público, que suspiraba angustiado ante las fatalidades de la preciosa rubia planito, que a fin de cuentas, aunque parecía tenerlo todo, en realidad no tenía nada: era igual, o más infeliz que el más común de los mortales.

Lejos de alejarla de la gente, estas situaciones la acercaron más a ella, y la adoración hacia esta mujer frágil, cercana, y con imagen de diosa pero mortal, se incrementó notablemente.

La prensa, que en cierto modo parecía querer destrozarla, no hizo sino que ensalzar su imagen ante los ojos de millones de personas, que empatizaban con las desgracias de esta mujer de ojos inocentes y cuerpo escultural.

Así que el mito de Marilyn, comenzó mucho antes de que ésta muriera: era ya una leyenda en vida, porque así lo quiso el público que la idolatraba.


Sus últimos trabajos en la gran pantalla, no hicieron sino confirmar, lo que mucha gente ya percibía. En Bus Stop y Vidas Rebeldes, Marilyn por fin demostró que tras esa apariencia explosiva y glamourosa, se escondía una persona de gran humanidad, y una excelente actriz.

Por siempre Marilyn.


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