jueves, 24 de octubre de 2013

DÍAS DE VINO Y ROSAS




A lo largo de la historia del cine, pocas son las películas que han retratado el infierno del alcoholismo de manera seria y rigurosa, sin caer en el tópico de estigmatizar al protagonista de la adicción, como el típico borrachín, desaliñado o maleante, que bebe más por vicio que por enfermedad.

Una de las primeras veces que el cine me enfrentó cara a cara con esta cruel realidad de la vida, fue mediante la película "Mañana lloraré", y de la mano de la fabulosa actriz Susan Hayward.



Susan encarnó el personaje de una actriz llamada Lillian Roth que se vio abocada al alcoholismo, al no poder superar la muerte del que iba a ser su futuro marido.

Y es que la fortaleza o la debilidad de cada persona no debe ser motivo de controversia. Cada uno afronta sus desdichas de una u otra manera. Nadie sabemos lo que nos deparará el futuro, por lo que tampoco podemos adivinar como afrontaremos las posibles fatalidades que con él vengan.



En "La angustía de vivir", es un actor de teatro, interpretado magistralmente por Bing Crosby, el que se ve atrapado en el pozo sin fondo que es el alcoholismo.

Grace Kelly, Bing Crosby y William Holden, nos sumergen en un mundo de culpabilidades, traiciones e inseguridades, pero también en un mundo en el que el amor incondicional de una esposa, personaje por el que Grace Kelly logró el Oscar, será el único salvavidas de un hombre devorado por el sentimiento de culpabilidad debido a la muerte de su hijo.




Sin embargo fue el maestro Wilder, el que, según mi punto de vista, retrató el fracaso, la frustración  y la soledad mejor que ningún otro en "Días sin huella".

Ray Milland soberbio, encarna a un escritor fracasado que temeroso de enfrentarse a su propia realidad, se deja llevar por los efluvios del alcohol.

Quizá es el alcohólico con el que más personas pudieran identificarse. Ese que parece tenerlo todo, esa persona normal, que vive en una casa "normal de un barrio normal, y que no parece tener problemas. Pero lo cierto es que su mayor problema es él mismo.

En el transcurso de la película comprobamos la autodestrucción del personaje, que será capaz de traicionar a la única mujer que se preocupa por él, a implorar y mendigar con tal de sentir el quemazón del alcohol en sus venas, y de sufrir en sus propias carnes la agonía del "delirium tremens"

Así que Wilder muestra sin tapujos, sencilla y claramente, lo terrible de la enfermedad.

En su día Wilder confesó que la industria del alcohol, al enterarse de que se había rodado una película sobre este tema tan peliagudo, quiso parar su distribución, llegando a ofrecer una importante cantidad de dinero. Sin embargo Wilder se las ingenió de manera que la película fuera proyectada en unas contadas salas de cine. El resultado fueron cuatro Oscars.



Hablar de "Días de vino y rosas", es hablar, junto con "Días sin huella", de uno de lo mejores dramas jamás filmados sobre el alcoholismo.

Él es lo que habitualmente se conoce por bebedor social, ese que debido a su trabajo, se ve casi predispuesto a caer en ese infierno.

Ella una mujer corriente, pero parece ser que su genética tiene una cierta tendencia a las adicciones. 

Las interpretaciones de Lee Remick y Jack Lemmon son gloriosas. No parece que interpreten, parece que hayan sentido en sus vidas la devastación del alcohol, la degradación... la locura.

Cualquier relación a tres bandas es peligrosa, y aquí el tercer componente en cuestión es la botella.






Me gustaría también recordar junto a vosotros "Leaving Las Vegas", que aunque me parece demoledora, triste y desoladora, es tan real como la vida misma.

Un hombre rendido ante su existencia, ante la soledad..un hombre dispuesto a dejarse morir.

Añoro a ese Nicolas Cage sublime de "Leaving Las Vegas", por cuya interpretación logró un Oscar.

Siempre hay un alma más solitaria que uno mismo, y a veces, no siempre, surge un ángel dispuesto a tenderte una mano.



martes, 8 de octubre de 2013

LAS CHICAS "DURAS" DEL CINE











Corría el año 1979, cuando Ridley Scott decidió mandar al pedazo de mujer que era Sigourney Weaver, la teniente Ripley en la película "Alien, el octavo pasajero", a las profundidades del espacio.


Fue toda una novedad que fuese una fémina la que desempeñara este tipo de personaje. Ripley , tenía que enfrentarse a una criatura inhumana y visualmente portentosa, en el agobiante y limitado espacio de una nave espacial llamada Nostromo.


Encerrada con una bestia poderosa y malvada, de cabeza alargada, siempre me recordó a un cefalópodo, boca retráctil, y ácido en las venas en vez de sangre, lo cierto es que nadie hubiese dado un duro por ella. Pero si he de ser sincera, la verdad es que yo me dí cuenta al momento, de lo dura que podía llegar a ser esta mujer atractiva, de considerable estatura, atlética, y de rostro casi inalterable.

Cuando terminó la película, y analizando todo lo que había visto, llegué a la conclusión, de que lo que más me había impresionado del film no era el alien, que por otra parte daba bastante miedo, y que, todo hay que decirlo, se convirtió en toda una estrella, sino que fue Ripley, con su actitud, con su decisión y fortaleza, la que más había calado en mi cerebro.








Otra de mis heroínas preferidas es Sara Connor. De hecho "Terminator", fue una de mis películas favoritas durante algún tiempo.

Y es que James Cameron, supo combinar muy acertadamente el terror más absoluto que producía un Schwazenegger con apariencia humana, pero con interior de inmisericorde máquina computarizada, con una historia de amor, que aunque maravillosa, imposible por motivos de espacio-tiempo.
Entre tanta frialdad robótica allí estaba Sara, aportando calidez y humanidad a la película. Esa joven de apariencia común, con la que cualquier chica podría identificarse totalmente, y más cuando se enamora de manera imposible: la escena de cuando hacen por primera vez el amor Sara y Kile Reese, aún me sigue poniendo el vello de punta.

De repente su vida se convierte en un caos, en el que ella será el primordial objetivo de ataque. Se defiende bien Sara del ciborg Terminator, y luchará con uñas y dientes por conservar su vida.

Lo que más me gustó de este personaje, fue lo mortal que parecía, muy lejos de los prototipos de mujeres invencibles , que surgieron algunos años después.




Cuando Angelina dio vida al personaje de Lara Croft en el cine , éste ya era mundialmente conocido debido a que nació , unos años antes, en formato de videojuego.


Las peripecias virtuales de esta sensual y guerrera mujer, de curvas voluptuosas, cerebro privilegiado, y educación exquisita, fueron adaptadas a la gran pantalla con menos éxito del esperado, pero lo cierto es que Angelina, se mimetizó de tal manera con el personaje, que bastantes años después de que lo encarnara, todos seguimos asociando su imágen a la de Lara Croft.






Hablar de Kill Bill y de "La novia", personaje interpretado por Uma Thurman, es hablar de palabras mayores.
Es una película frenética, sangrienta, podríamos decir incluso gore, pero te atrapa con su bellísima y sorprendente visualidad desde el primer minuto de metraje.
La novia es implacable con todos aquellos que un día la masacraron. Tras varios años en coma, despierta y comienza su particular, y cruenta batalla.
No parece de este mundo esta chica..... es capaz de aniquilar ella solita a casi cien señores expertos en artes marciales, apenas sin despeinarse. Tarantino y Uma nos ofrecen una de las secuencias más increíbles, respecto a luchas, que he visto jamás, pero, vuelvo a incidir en lo mismo, de una visualidad y una categoría portentosa.





Algunos años antes de convertirse en "Alice", personaje principal femenino de "Resident Evil ", Mila Jovovich ya había impresionado a varios criticos de cine, con su imponente y carismática presencia. "El quinto elemento", o "Juana de Arco", fueron algunos de los nada desdeñables títulos en los que apareció, la que más tarde se convertiría en la cazadora de zombies por excelencia.


Jovovich, no defraudó en absoluto a los miles de seguidores del famoso vídeo juego en el que se inspiró la película.


De hecho, ella misma efectúo casi todas las secuencias arriesgadas de la película, tal era su extraordinaria capacidad física.


Lo más importante de todo, es que la modelo-actriz, recreó de manera tan veraz el personaje de Alice, que logró adentrar, con bastante habilidad, al público, en ese siniestro y peligroso mundo en el que los humanos se convierten en zombies, y tal como pasara en el juego, los peligros que acechaban a Alice, parecían también acechar al espectador.




Mi última heroína es bastante más mística, que las anteriormente citadas.
Esta vez la protagonista de la historia no es de ficción, no es fruto de la imaginación de ningún escritor. La Dama de Hierro existió en la vida real, y fue sin duda la más guerrera de todas.
La heroína de Aviñón inspiró a varios directores, los cuales, con mayor o menor acierto versionaron su fascinante existencia.

Yo me quedo con la versión de Otto Preminger, y con la Juana de Arco interpretada por Jean Seberg.

Preminger destacó ante todo el carácter de la atormentada heroína, siempre en conflicto con sus propias convicciones. ¿Cómo una enviada de Dios, podía defender su religión espada en mano? Tal vez su tormento fue que nunca creyó ser una santa.


Seberg deslumbró con una interpretación humana y conmovedora, por eso, y porque su vida personal resultó ser igual o más desgraciada que la de la propia Juana de Arco, me quedo con ella.


Para finalizar este post dedicado a las mujeres "duras" del cine, ahí va una canción que por lo menos a mi me hace mucha gracia: "Las chicas son guerreras"



















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