martes, 13 de mayo de 2014

JEAN ARTHUR





Quizá sea poca la gente que recuerde hoy en día a esta actriz nacida en Norteamérica a principios del siglo pasado, pero durante varias décadas fue la preferida del público y de muchos directores que adoraban ante todo su carácter extrovertido y su gran desparpajo ante la cámara.

Sus dos hermanos siempre fueron para ella fuente de inspiración, y al ser éstos muchachos aventureros, la pequeña Georgianna, ese fue su nombre real, quiso imitarlos desde su más tierna infancia.

Era menudita y de voz aflautada, pero su desenvoltura, un atractivo rostro y una seguridad en sí misma apabullante, la llevaron a probar suerte en un mundo, el del cine, en el que debutó de la mano de John Ford con un papel secundario, pero bastante relevante en la película "Cameo Kirby" (1923)



Durante sus primera época en el cine silente y principios del sonoro, trabajó en numerosas películas pero siempre como secundaria, y aunque este hecho le sirvió de aprendizaje, la joven deseaba algún papel más destacado con el que por fin darse a conocer al gran público y convertirse  en una estrella reconocida.


Era raro que nadie hubiese percibido en ella ese encanto de rubia etérea y deliciosa, y sobre todo que tampoco hubiesen reparado en la gran cómica que se escondía tras esa delicada imagen.


Así que algo desencantada, pero con un buen aprendizaje a sus espaldas, decidió probar suerte en la cuna del teatro que era Broadway.

Fue allí donde la actriz terminó de perfeccionar su talento artístico, y volvió a Hollywood dispuesta a comerse el mundo.



La hora de su triunfo se acercaba y fue en el año 1935, cuando de nuevo John Ford le dio una nueva oportunidad con "Pasaporte a la fama", en la que compartió protagonismo con Edward G. Robinson.



Este fue el inicio de una carrera triunfante, plagada de buenos títulos firmados por los mejores directores de la época.

De hecho en los años treinta fue la reina absoluta de la Columbia, y la actriz elegida por Frank Capra para muchas de sus películas.

Estos son algunos de los maravilloso títulos que protagonizó la actriz durante la década de los años treinta:


"El secreto de vivir" (1936) Frank Capra
"Bufallo Bill" (1936) Cecil B. de Mille 
"Cena de medianoche" Frank Borzage
"Vive como quieras" (1938) Frank Capra
"Caballero sin espada" (1939) Frank Capra
"Sólo los ángeles tiene alas" (1939) Howard Hawks










También apasionantes fueron los años cuarenta para la actriz que, ya consagrada, siguió cosechando éxitos, quizá no tan notorios como en la década anterior pero sí muy productivos, de la mano de buenos directores y compañeros de reparto maravillosos.

"El asunto del día" (1942) George Stevens, "La chica y el vaquero" (1943) William A. Seiter , "El amor llamó dos veces" (1943) George Stevens o "Berlín Occidente" (1948) Billy Wilder.



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Los años cincuenta fueron los de su retiro. Pero lo hizo a lo grande, tal y como ella se merecía tras una extensa y elogiable carrera. Con la maravillosa "Raices Profundas" ( 1953) George Stevens,  dijo adiós a la pantalla grande, de la forma más esplendorosa y digna que jamás hubiese imaginado.


Recordar el nombre de esta actriz, ha supuesto para mi recordar la misma historia del cine. Aquél cine lleno de talento, sueños, nombres y títulos que en mi memoria cinéfila, siempre serán inolvidables.



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